Notas como si la zarpa de una bestia te desgarrara las entrañas, sientes cómo se te hiela el corazón en un espasmo de fría sorpresa, pero a la vez notas cómo se pone a trabajar sin descanso, casi eres capaz de ver al sistema simpático de tu cerebro mandando señales al hipotálamo, sientes la adrenalina verterse en tus venas violentamente y la sangre fluir frenéticamente por cada una de las células de tu cuerpo. Sólo has visto una mirada, un instante, algo insignificante para cualquier otra persona, pero no para ti. La has visto a ella, a tu mejor amiga, a esa por la que darías la vida, mirarlo a él. Has visto cómo le sonreía con cariño, demasiado, cómo le decía adiós y cómo él la miraba con esa sonrisa que aún te persigue en sueños. Tú le olvidaste hace ya mucho tiempo, conseguiste dejar de suspirar a su paso, fuiste capaz de acabar con ese dolor que te carcomía y cerraste con el tiempo esa herida en carne viva. Pero de una herida mortal siempre queda una cicatriz, y la cicatriz que él dejó en tu vida sigue presente. Ya no te duele pensar en él, ya no te duele saber que sus ojos castaños se posan en otros que no son los tuyos, ya has conseguido no cambiar de semblante cuando él pasa a tu lado, has aprendido a fingir que no te das cuenta de que existe, pero te la das.
Tu mejor amiga se gira un segundo después para salir y la mirada que antes estaba en sus ojos pasa a estar en los tuyos. La sonrisa de su rostro se congela convirtiéndose en un extraño rictus y se disculpa con los ojos, porque se ha dado cuenta de que él aún te importa hasta cierto punto. Y tú tienes que confiar en ella, en confiar en que respetará tu deseo de no volver a hablar con él y de que él, si no puede ser para ti, no sea para nadie. Ella, por su parte, tiene que confiar en que no te pondrás celosa, en que el destino no decida que él se fije en ella, en que la amistad que os une lo supere todo. Pero tú nunca estarás tranquila, porque ahora verás a tu mejor amiga como una competidora en un concurso en el que vas a perder porque no vas a intentar ganar; pero ella nunca estará tranquila, porque se sentirá culpable por mirarle y será eso lo que le haga fijarse en él. Y él nunca podrá estar con tu amiga porque sabe lo que os une y no querrá separaros. Y así nunca se cerrará el círculo y tú segurás sin quererle para ti, pero odiando a quien le pretenda; y tu mejor amiga se andará con mil ojos para no hacerte sufrir (y por ello sufrirá ella); y él se quedará sin ella y sin ti. Pero una mirada es una mirada, nada de esto tiene por qué pasar, ¿no?.
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